14 de febrero de 2011

Crónica de un intento de suicidio (Parte II)

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Cuando llegaron al bar, Zoly se dio cuenta de que no se encontraban en un lugar seguro precisamente. Obly había conducido hasta los bajos fondos de la ciudad, lugar de asesinos, traficantes y delincuentes. Se bajó y siguió a Obly hasta la puerta de un bar. "El Rincón de las Almas Perdidas" leyó Zoly en el rótulo de neón. Obly abrió la puerta y de su interior salió un aroma a tabaco, sudor y humedad que casi echó para atrás a Zoly.

Obly bajaba las escaleras como si aquel lugar no le fuese desconocido. Cuando por fin llegaron al bar, que estaba situado en el sótano del edificio, ante Zoly se presentó una escena que no hubiera imaginado ni leyendo la novela negra más afamada del mundo. Hombres de aspecto siniestro se apoyaban en la barra, o tomaban copas en mesas junto a señoritas que dejaban ver más partes de su cuerpo de las que tapaban. Todo ello bajo una luz tenue, que daba al local más rincones de sombra que lugares iluminados. Para Zoly aquel sitio era un antro... pero con un toque encantador al mismo tiempo.
Pero para Obly, aquel lugar había perdido mucho del encanto que tuvo antaño para él. Saludó a algún parroquiano que se acodaba en la barra. Mientras avanzaba por el bar, creyó distinguir a una vieja amiga. Cuando se acercó y la pudo ver nítidamente, comprobó que era ella, la siempre dulce y encantadora Candy Lust. Ella le reconoció rápidamente y dejó al hombre con el que hablaba para ir a abrazarle. Zoly contemplaba la escena con cierta cara de confusión.
- ¿Y que hace el más macizo de los detectives en un lugar como este?- Preguntó Candy.
- He venido a hablar con Bit... cosas de negocios. - Respondió Obly con una sincera sonrisa.
- Está en la barra del fondo, como siempre. Hace mucho tiempo que no te dejabas caer por aquí, espero que de ahora en adelante vuelvas más a menudo. Para recordar viejos tiempos... ya sabes. - Le dijo Candy a Obly mientras le guiñaba un ojo y se lamía la parte superior de sus labios.
Obly se quedó mirando su cuerpo mientras se alejaba otra vez a la mesa donde estaba anteriormente sentada. Luego miró a Zoly, el cual estaba absorto mirando el baile hipnótico del culo de Candy. Obly le dio un toque y se dirigieron a la barra del fondo, a ver a Bit.
Bitherous Terness, o Bit para los amigos, había abierto aquel bar hace ya veinte años, cuando en los bajos fondos de la ciudad se juntaban la perversión con la cultura, la delincuencia con el arte, el crimen con la genialidad. Escritores, artistas y pintores tomaban pintas y chupitos de bourbon con mafiosos, traficantes y delincuentes, rodeados de las más guapas y sensuales mujeres, en fiestas que duraban horas e incluso días. Pero los buenos tiempos acabaron. Del barrio fueron desapareciendo los artistas, los escritores y los pintores, y lo que antes era un barrio cosmopolita de la ciudad se convirtió en un saco de estiércol donde la delincuencia y el crimen organizado campaban a sus anchas. Aquel rincón era el último reducto. Según decían, famosos actores, escritores, artistas, etc, aun seguían viniendo al rincón de Bit, camuflados bajo gabardinas y sombreros.
Los años tampoco pasaban en balde para Bit. Aquel hombre fuerte y bravo que una vez conoció Obly, se había vuelto gordo y canoso, y una sospechosa tos hacía ver que la vida en aquel bar, entre el humo de los puros y cigarrillos de la gente, no pasaban en balde para nadie. Eso si, Bit seguía absorto en una de sus grande dedicaciones: el crucigrama del periódico local, para él, uno de los mayores desafíos al que el hombre se puede enfrentar hoy en día.
Obly llegó a la barra y la golpeó con el puño, haciendo salirse de su crucigrama al viejo Bit, que lo miró con cara de pocos amigos.
- ¿Y que se le ha perdido en mi humilde bar al canalla del detective Vion? Si puede saberse. - Dijo Bit con una seriedad que asustó a Zoly. Obly se mantenía frente a él serio.
- Pues por ahora dos cervezas y que calles tu grasienta boca de tabernero. - Contestó Obly. A Zoly le parecía que la situación se estaba poniendo tensa. Un parroquiano que estaba apoyado a un metro de donde Bit y Obly hablaban, cogió su cerveza y se marchó de la barra. La crispación subía por momentos.
- Pues lo siento señorito Obly Vion, pero este jodido bar es mio, y mientras yo sea el dueño hablaré lo que me de la gana.
- Quizá alguien te tendrá que cerrar la boca entonces.
- ¿Y quien va a ser? ¿Tú? ¿O ese compañero tuyo?
- Yo me sobro y me basto para mandarte derecho al hospital, rata de alcantarilla.
En ese momento Bit golpeó la barra y se dispuso a salir de ella. Todo el bar ahora miraba la escena de la última barra, como si estuvieran deseando que una pelea empezase. Obly se puso firme y esperó a que Bit saliese de la barra. Zoly estaba paralizado de terror. Aquel tipo le sacaba dos cabezas a Zoly, sin contar que su brazo era incluso más gordo que sus piernas. Obly no era un tipo delgaducho precisamente, pero no era mucho más alto que Zoly, y, aunque más fuerte, no le duraría ni medio segundo al tabernero.
Bit salió de la barra, con una cara de rabia que dejó paralizado a Zoly. Obly le esperaba aún firme. Bit lanzó un grito y se avalanzó sobre Obly, lo agarró y lo subió hasta el techo. Entonces empezó a reir.
- ¡Maldito Obly! ¡Sabía que volverías viejo perro! Un tipo como tu no puede estar mucho tiempo alejado del viejo Bit.
- Te recordaba más delgado. - Dijo Obly mientras Bit le depositaba sano salvo en el suelo y estrechaba su mano.
- Otro comentario sobre mi peso, y te juro que te mando a la luna de un golpe. - Dijo Bit, esta vez en serio. Obly levantó las palmas de las manos para zanjar el asunto, no sin una sonrisa guasona en sus labios. - Y ¿que te trae por aquí sabueso? - Preguntó Bit.
- Trabajo. - Respondió Obly. - Quiero que me ayudes con un caso.
Bit le invitó a que tomara asiento en una de los sillones redondos que poblaban el local. Obly le presentó a Zoly, y los tres se sentaron en el sofá en torno a una diminuta mesa redonda. Obly le explicó lo ocurrido con Rem. Le dijo que había encontrado un papel con propaganda de su bar debajo de su cama.
- Desde que estaba en arresto, no venía prácticamente aquí. Se dejaba caer una vez por mes... dos a lo sumo - Dijo Bit.
- ¿Cuándo fue la última vez que la viste? - Preguntó Obly.
- Hace una o dos semanas, no recuerdo bien. Vino con los polis que la custodiaban, como de costumbre. Me pidió el tradicional cosmopolitan de siempre... Me acuerdo que se enfadó, porque no tenía jugo de arándanos y se lo tuve que hacer con zumo de frambuesa. Ya sabes como es Rem, le encanta la perfección. - Obly asintió.
- ¿Y recuerdas si te dijo algo extraño? ¿La notaste tensa o preocupada? ¿Ocurrió algo sospechoso?
- Si. - Contestó Bit. - De repente apareción un hombre trajeado. Era su abogado o algo así, según pude oir. Empezaron a hablar y la conversación empezó a subir de tono.
- ¿Recuerdas algo que le dijese ese hombre? ¿Algún tipo de amenaza o algo?
- Al marcharse le dijo que tuviese cuidado con esas compañias, que la llevarían de nuevo al 'talego'.
- ¿Sabes a que compañías se refería?
- No. Lo siento.
- Y ese hombre ¿sabes quién era?
- Ya te lo he dicho. Era su abogado, creo.
Obly dio por zanjado el interrogatorio. Siguió conversando con Bit, recuperando los casi dos años en los que Obly no había bajado hasta el Rincón de las Almas Perdidas. Al cabo de veinte minutos, Obly y Zoly estaban fuera otra vez. Obly realizó un par de llamadas y escribió un nombre en su bloc de notas: abogado Ness Right.
Cuando llegaron a las oficinas del bufete de abogados de Ness ya estaba anocheciendo. Ness se estaba poniéndo su chaqueta cuando Obly y Zoly entraron.
- ¿Puedo ayudarles en algo, caballeros? - Pregunto el abogado.
- Soy el Detective Obly Vion, y este es mi ayudante Zoly Tude. Trabajamos para la compañía BRN. Nos gustaría hacerle un par de preguntas sobre una de sus clientes, la señorita Rem Member.
Ness les indicó que se sentaran. Se quitó su chaqueta y se sentó en su mesa.
- Esta mañana han venido los policias. No tengo nada que pueda ayudarles. - Dijo Ness.
- ¿Estuvo usted en el 'Rincón de las Almas Perdidas', un bar de los barrios bajos, hace una semana aproximadamente? - Preguntó Obly.
- Si. Fui a buscar a Rem. Tenía que hablar con ella.
- ¿Sobre qué?
- Sobre sus nuevas compañías. Se había hecho amiga de alguien que no me parecía una buena influencia.
- ¿Puede decirme quién?
- Por supuesto, mi antigua novia Mel... la señorita Melinda Ancholy.
- ¿Y por qué le importaba tanto que Rem se mantuviese alejada de su ex-novia? ¿Estaba metida en drogas o algún asunto sucio?
- ¿Mel? ¡No! ¡Por Dios! Es una de las personas más legales que he conocido en mi vida.
- Entonces no comprendo su preocupación.
- Digamos que Mel siempre ha sido una persona muy influyente. Te come el coco... ya sabes. Tiene un don especial, es capaz de controlar tu mente. Hace que cualquier cosa insignificante que tengas, después de hablarte, parezca un problema enorme. E incluso puede persuadirte para que lleves a cabo cosas que en un principio no tenías pensado hacer. Tenía miedo de que pudiera influir a Rem a tomar decisiones erroneas... y al parecer así ha sido.
La conversación continuó durante unos minutos más. Cuando Obly obtuvo toda la información que creía valiosa, se despidió del señor Right y junto a Zoly tomaron la salida. 
Cuando Obly y Zoly salieron del bufete, la noche había caido sobre la ciudad, pero el tráfico seguía siendo infernal. "Maldito catorce" pensó Obly. No habían hecho nada más que montar en el coche, cuando el director de BRN telefoneó a Obly.
Al parecer, una carta había llegado a las oficinas centrales reclamando mil millones de euros a cambio de los archivos robados. Y aunque escrita con recortes de periódico, venía firmada por Rem. Ya habían llamado a algunos especialista para comprobar si la caligrafía de la firma de la carta se correspondía con la de Rem, ya que en la empresa había muchos impresos y solicitudes que Rem había firmado años atrás. Pero para Obly la noticia era que sus dos casos estaban enlazados, y que por tanto su investigación iba por el buen camino. Encendió su Lotus Esprit de 1985 y puso rumbo a casa de Melinda Ancholy.
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2 comentarios:

  1. Esto se pone interesante... Hay tantos matices que me resultan familiares... No nos dejes así !!

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  2. Me tomaré un día de descanso, la vida del escritor es muy dura, ya sabes... XD
    Esos matices serán pura coincidencia, cualquier parecido con la realidad es puramente casual ;)

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