13 de febrero de 2011

Crónica de un intento de suicidio (Parte I)

Cuando recibió la llamada y le dijeron donde tenía que ir, el detective Obly ya sabía de que trataba aquél caso. Había estado antes en esa dirección, pero con un trabajo distinto al que hoy desempeñaba. La última vez, recordó, fue hace mucho tiempo. Acudió a aquella casa para que su dueña, la señorita Member, le diera unos documentos que tenía que llevar a su antigua empresa. Sólo la vio durante unos segundos, pero aquél pelo moreno ondulado y aquella sonrisa y timidez de colegiala dejaron prendados a Obly, que por aquel entonces no era más que un adolescente iniciándose en el mundillo.
Ahora, su puesto como detective estaba en la competencia. La compañía BRN, en la que ahora trabajaba, solía competir de manera más o menos ordinaria con la compañía HRT, aunque, por el contrario, solían trabajar muy a menudo también juntas. La señora Member había seguido sus pasos, y dejó HRT para trabajar en BRN hace casi tres años.
Cuando Obly llegó a la puerta de la casa, su ayudante, Zoly, llevaba más de veinticinco minutos esperándole con el café solo con extra de azúcar de costumbre. Obly salió del coche mientras varios "Buenos días, detective Vion" sonaban a su alrededor. Obly respondió a todos con una larga y forzada sonrisa, y se dirigió donde Zoly le esperaba.
- Buenos días señor. Extra de azúcar, como siempre.- dijo Zoly.
- Gracias muchacho. Perdón por el retraso, pero ni te imaginas como están las calles.
- Normal jefe. ¿No sabe que día es hoy?
- No.
- Hoy es catorce señor. Toda la ciudad está más agitada que de costumbre
Obly asintió. Ya no sabía ni en que día vivía. "Catorce", pensó, "mal día para salir de casa".
- ¿Qué tenemos Zoly? ¿Asesinato?
- No señor. Quebrantamiento de arresto domiciliario. La sospechosa es la señora Rem Member, ex-trabajadora de la compañía.
- ¿Ex-trabajadora? Creía que aún estaba trabajando.
- No, fue detenida hace año y medio por quebrantar la seguridad de la compañía y dejar escapar varios documentos a la empresa HRT. Se la culpó de espía. Desde entonces ha estado en libertad vigilada, la cual violó para volver a robar unos documentos... tercer grado... varias tentativas de huida... y hasta hoy en arresto domiciliario por precariedad en su salud.
Obly no se lo podía creer. La buena de Rem (o Remy, como la llamaban sus amigas) arrastrada hacia una vida de delincuencia. Obly pidió permiso al agente de policía encargado para inspeccionar la zona. Aunque él, como detective privado de la compañía BRN, tenía cierta clase de privilegios, no debía saltarse estos temas protocolarios de pedirle permiso al policía de turno, algo que le repugnaba enormemente.
Obly y Zoly entraron en la casa. Las cerraduras no parecían haber sido forzadas. La casa estaba impoluta, ni una mota de polvo asomaba por ningún estante. La policía científica no había encontrado restos de sangre ni nada que pudiese evidenciar un asesinato, así que el quebrantamiento del arresto domiciliario o el secuestro eran las principales hipótesis.
- ¿Y dices que había siempre una patrulla vigilando la puerta? - Preguntó Obly.
- Si, señor. Un coche patrulla estaba siempre en frente de la puerta. Y ninguno vio salir o entrar a nadie.
A Obly le parecía bastante extraño todo. El móvil de Remy estaba sobre la mesa del salón. Obly lo miró y comprobó la última llamada recibida. Anotó el número. Siguió husmeando la casa, y en el dormitorio, debajo de la cama, encontró un papel, que parecía la propagando de un bar.
- ¿Qué es señor? - Pregunto Zoly.
- Parece... Parece propaganda de un bar, un bar que conozco muy bien.
En ese momento el móvil de Obly empezó a sonar. Era el director general de BRN. Algo había pasado en las oficinas.
Obly y Zoly tardaron una hora en llegar a la sede de BRN. El tráfico era terrible. El director de BRN les estaba esperando. Parecía preocupado y a la vez furioso.
- ¿Qué ocurre señor? - Preguntó Obly
- ¡Es algo horrible! ¡Horrible! Han robado unos ficheros clasificados muy importantes y que contienen información que puede poner en riesgo la seguridad nacional. - Respondió el director.
- ¿De que tratan?
- No puedo decírselo, son altamente confidenciales. Sólo puedo decirle que si esa información se filtra, nuestra compañía se vería envuelta en una crisis de magnitudes incognoscibles. Además es información que dañaría también la seguridad e incluso haría tambalearse a la compañía HRT... y si ella cae nosotros iremos detrás. Deben encontrar al ladrón cuanto antes.
- Haremos lo que podamos señor.
- No. No hagan lo que puedan. Hagan más. Hoy es catorce, si esa información llega a las calles el caos se puede apoderar de la ciudad. Nuestra seguridad está en sus manos.
Obly continuó hablando con el director durante unos cinco minutos. Después salió a la calle. Zoly le esperaba sentado en la acera. Él y Zoly inspeccionaron la lugar del robo. Aquellos documentos se encontraban en una cámara sellada escondida en el corazón del edificio de BRN. Quién quiera que hubiese robado aquellos documentos, debería tener un pase especial para poder llegar allí... o sea, debía ser alguien de dentro.
De todas formas, Obly seguía dándole vueltas al caso de Rem. E incluso se preguntaba si ambos casos no podían estar relacionados. Rem, cuando trabajaba en BRN, tenía acceso a estas cámaras; aunque claro, después de su despido, sus permisos fueron borrados. De todas formas, y visto que no había ningún indicio en la escena del robo, Obly decidió seguir el caso de Rem. Montaron en el coche, y Zoly preguntó.
- ¿Dónde vamos jefe?
- ¿Te apetece tomar una copa, muchacho?

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