El sol se oscureció
tras los tiernos cristales
de su lánguida ventana,
y la luna le cubrió
de pesadillas fantasmales
las recónditas esquinas del alma.
Abrió los ojos y se encontró
desnudo y solo, roto y engañado,
frío ante una cama vacía
de piedades inmortales
y pecados banales;
con el corazón dividido,
la mente quizá equivocada,
la mirada perdida en el vacío
y la soledad asomando a su ventana...
El sol se oscureció
y sólo le quedó
esperar la madrugada.
tras los tiernos cristales
de su lánguida ventana,
y la luna le cubrió
de pesadillas fantasmales
las recónditas esquinas del alma.
Abrió los ojos y se encontró
desnudo y solo, roto y engañado,
frío ante una cama vacía
de piedades inmortales
y pecados banales;
con el corazón dividido,
la mente quizá equivocada,
la mirada perdida en el vacío
y la soledad asomando a su ventana...
El sol se oscureció
y sólo le quedó
esperar la madrugada.
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