1 de agosto de 2016

Historia y música: Los últimos condenados a muerte de España

     Corría el verano de 1975. El pueblo español suspiraba ya ese anhelo de cambio y de libertad. Francisco Franco, gravemente debilitado, no se deja ver, salvo en los informativos del régimen, que, ante este vacío de poder, empieza a mostrar graves signos de desmoronamiento.
     En esta España que aun se mecía entre conservadurismo clásico y los aires de democracia, aun existían varios presos que esperaban sentencia. Entre ellos había miembros de ETA, miembros de organizaciones radicales de izquierda (FRAP) y activistas. En total 11.
     El 28 de agosto, en Burgos, José Antonio Garmendia Artola y Ángel Otaegui Etxebarría, ambos miembros de ETA politico-militar, fueron condenados por un Consejo de Guerra a muerte por delito de terrorismo agravado con la muerte de un cabo de la Guardia Civil el 3 de abril de 1974. A Garmendia finalmente le fue conmutada la pena por cárcel. El 19 de septiembre, en Barcelona se celebró otro Consejo de Guerra donde fue condenado a muerte Juan Paredes Manot, 'Txiki', de ETA politico-militar, por un atraco en la sucursal del Banco Santander en barcelona el 6 de junio. Atraco en el que, a causa de un tiroteo, murió un cabo primero de la Policia Armada. En Madrid, del 11 de septiembre al 18, se celebraron varios sumarios donde fueron condenados a muerte José Humberto Baena Alonso, Ramón García Sanz y José Luis Sánchez-Bravo Solla, todos miembros del FRAP, condenados por delitos de insulto y resistencia a fuerza armada con resultado de muerte. En total, de 11 acusados, 5 fueron condenados a muerte. La pena se aplicaría al amanecer del 27 de septiembre, en las ciudades de Burgos, Barcelona y Madrid, por fusilamiento.
    Desde el primer minuto que se empezó a tener conocimiento de las condenas, muchas fueron las protestas para evitarlas. Se realizaron manifestaciones, e incluso las noticias llegaron a la Santa Sede, donde Pablo VI envió un mensaje a Francisco Franco pidiendo la clemencia de los reos. El 26 de septiembre se celebró un Consejo de Ministros donde se esperaba que se podría amnistiar a los condenados. Pero el gobierno podía ver aquello como una falta de poder, con lo que, aunque ratificó la amnistía para 6 condenados, hizo oídos sordos a las peticiones de indultos para los otros 5.
     La repercusión nacional e internacional fue bárbara. Varios presidentes, como el de México, pidieron la expulsión de España de las Naciones Unidas. Varios países europeos, como Holanda, Reino Unido o Noruega, retiran a sus embajadores del país. En el País Vasco se convocaron huelgas para el día 26 y 27, en pleno Estado de Excepción, que fueron masivamente secundadas.
     El gobierno español desoyó todas las voces que llegaban desde todos los rincones de Europa y el mundo, y el 27 de septiembre de 1975, los cinco condenados a muerte fueron fusilados al amanecer en las ciudades de Barcelona, Burgos y Madrid.

     Los días anteriores a los fusilamientos, Luis Eduardo Aute, conmovido por las condenas, se pone a escribir una canción:
"La escribí los días previos a los fusilamientos y con mucha urgencia. Debe haber sido una de las canciones que más rápidamente me surgieron, pero quería que la gente la cantara. La verdad es que no tuve que pensar mucho, salió del dolor.
Quería que pasara rápido la censura. Por eso la estructuré como una canción de amor, de despedida para siempre y como un alegato a la muerte. Pero hay dos elementos en la canción muy vinculados a las ejecuciones. Una vez pasó la censura, Rosa León la grabó."
     Esa canción, que todo el mundo presumía de amor y que llevaba encerrada una clara crítica a esos hechos que sucedieron al final del Franquismo, es "Al Alba".

Si te dijera, amor mío,
que temo a la madrugada...

No sé qué estrellas son éstas

que hieren como amenazas,
ni se que sangra la luna
al filo de su guadaña.
Presiento que, tras la noche,

vendrá la noche más larga.

Quiero que no me abandones,
amor mío, al alba.
Al alba, al alba, al alba, al alba.
Los hijos que no tuvimos

se esconden en las cloacas,

comen las últimas flores,
parece que adivinaran
que el día que se avecina
viene con hambre atrasada.
Presiento que, tras la noche,

vendrá la noche más larga.

Quiero que no me abandones,
amor mío, al alba.
Al alba...........
Miles de buitres callados
van extendiendo sus alas.
¿No te destroza, amor mío,
esta silenciosa danza?
Maldito baile de muertos,
pólvora de la mañana.

Presiento que, tras la noche,
vendrá la noche más larga.
Quiero que no me abandones,
amor mío, al alba.
Al alba...........

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